IMPACTO AMBIENTAL

Al usar agua caliente para la lucha contra las malas hierbas aseguramos que el impacto del ciclo de vida (ACV) queda mínimo en comparación con el uso de herbicidas. Los efectos se derivan principalmente del uso de gasoil, y pueden ser aún reducidos con un buen rendimiento del equipo y la elección de combustibles.

Como ya saben los especialistas del sector, el uso del glifosato ha sido discutido globalmente. En el verano de 2015, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de OMS publicó una evaluación donde estimó que el glifosato es una sustancia que probablemente causa cáncer en seres humanos. En la UE, el uso del glifosato se prorrogó hasta el 31 de diciembre de 2017. Los países miembros dieron, a fines de noviembre del 2017, en una votación con una mayoría mínima, una prorroga al glifosato hasta el año 2022.  El Parlamento Europeo ha dado una declaración que recomienda abandonar el uso del glifosato por completo antes del año 2022.

Varias organizaciones y países demandan una prohibición total al glifosato. La presión social también orienta hacia la selección de una alternativa sin productos químicos, independientemente de las normativas.

Substancia activeAgua a 100°C

La eficiencia del agua en la lucha contra las malas hierbas se basa en la administración repentina de una gran cantidad de energía que daña la estructura celular de la planta. El agua es una sustancia intermedia muy buena para transferir calor, por su gran capacidad calorífica de 4,18 kJ/kg/K. Para el vapor, el valor correspondiente es de 2,08, y para el aire, de 1,01.

Varias plantas saben protegerse ya por naturaleza, por ejemplo contra incendios forestales, pero el agua muy caliente no es una amenaza natural a las plantas y por lo tanto, no tienen mecanismos de protección naturales contra ella. El agua también penetra en la vegetación y llega a los raíces, y entonces alcanza a destruir las plantas cuyo punto vegetativo se encuentra en el nivel de la superficie o bajo tierra.